Recolectaremos la siembra
Artículo redactado por Juan Miguel Fernández
Hace algunos años, un buen amigo espírita, nos contaba una historia que deseamos relatar por su significado espiritual.
Para situarnos en la escena que vamos a narrar debemos imaginarnos el interior de un local donde las personas se amontonan a lo largo de una barra de un bar o cafetería para disfrutar de unos minutos de esparcimiento, bien tomando un café, refresco o cualquier otra bebida.
Apartada, en un rincón del establecimiento, se observa una de esas máquinas de juego que nos llama la atención destacándose el movimiento continuo de las luces en su panel frontal, así como la música que suena pegadiza.
Pasan unos minutos y vemos como una de las personas se acerca a la citada máquina “tragaperras”. Algunos de los presentes observan al “jugador” con incredulidad, ya que este se va arrancando los botones de su camisa y uno a uno los introduce a través de la ranura de monedas sin que su funcionamiento curiosamente se atasque.
Los asistentes a esta escena han ido mirándose con suma extrañeza sin comprenderla, y es en ese momento en el que suena estrepitosamente la música que indica “PREMIO”.
El jugador sonríe a todos aquellos que le rodean con incredulidad y coloca sus manos en el lugar donde se recogen las monedas del premio concedido, contemplando que a sus manos regresan los nueve botones que precisamente él había introducido con anterioridad en la máquina a través de la ranura del ingreso de monedas.
Cuantas veces a lo largo de nuestra vida hemos vivido situaciones que nos han marcado decepcionándonos, por sufrir las actuaciones, a nuestro juicio injustas, de familiares, amigos, compañeros, etc.
Pero pasa el tiempo y contemplamos como los propios acontecimientos de la vida demuestra, es verdad, que “coloca” a cada uno de nosotros en su lugar, destacándose la “acción-reacción” que tantas veces hemos esgrimido, es decir que algunos reciben la medicina que antes practicaron, ya que cuando actuamos indebidamente, no tenemos presente olvidando lo que San Lucas, 6:43 a 45 nos comenta en el Evangelio según el Espiritismo en el Capítulo XXI: “Se conoce el árbol por su fruto” : “No es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo que da buen fruto. Porque cada árbol se conoce por su fruto; pues no se cosechan higos de los espinos, ni de las zarzas se vendimian uvas. El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca”
Aquellos que conocemos a través del estudio de la Doctrina Espírita las “Leyes Divinas”, debemos, después de agradecer a Dios esta oportunidad que estamos disfrutando, a pesar de nuestras propias dificultades, considerar detenidamente las acciones antes de actuar, puesto que aquello que sembremos será lo que recojamos en un futuro y a veces en el presente.
Recordando que si no es ahora lo será en otras existencias posteriores, puesto que la Ley de Causa-Efecto llegará a nosotros de manera natural.