¿Por qué no escuchamos?
Artículo redactado por Juan Miguel Fernández
Hace unos días recibí en mi teléfono móvil una llamada, la de una persona que me habían presentado hacia unos meses en el último encuentro de Divaldo Pereira Franco, celebrado en Madrid.
Tras saludarnos mutuamente el señor me comentó: …”Cómo yo se que usted se dedica a estas actividades, quisiera ponerme en contacto con mi abuela…”
Tras escuchar el deseo de mi interlocutor llegó por nuestra parte la explicación tantas veces repetidas, de que los espíritus no se encuentran a nuestra disposición, que desconocemos su actual situación y que la espiritualidad les puede conceder permiso o no para manifestarse, etc. etc.,. Comentándole al mismo tiempo que él se había puesto en comunicación conmigo porque había “marcado” mi número de teléfono y que yo había podido recibir su llamada. Somos eso “un teléfono” en reposo pendiente de que alguien nos llame cuando lo consideren oportuno y necesario.
Al terminar de exponer doctrinariamente los inconvenientes, volví a escuchar a dicho señor, que había permanecido en silencio durante todo este tiempo, con otra pregunta ¿Usted me puede indicar una persona que me ponga en comunicación con mi abuela?
Ya difícilmente nos sorprendemos por esta serie de situaciones que se nos crea, pero sí nos llama poderosamente la atención que no se preste interés cuando procuramos explicar desde el punto de vista natural las relaciones que existen entre el mundo físico y el espiritual.
Ya sabemos que cada uno tenemos una idea determinada sobre ciertas cosas, es verdad, pero en un tema tan delicado como es la comunicación de los espíritus con nosotros los hombres, hay quien se deja llevar por su deseo y sus sentimientos, más que por lo que debe considerar como “algo” fundamental, el razonamiento.
Por ello siempre procuramos orientar a las personas que nos consultan, sobre la necesidad del estudio de la Doctrina Espírita, para que comprendan de una manera sencilla que “aquellas cosas” que podemos ver en la televisión, escuchar en ciertas emisoras de radio o leer en la prensa escrita, se escapa de la realidad. Es todo mucho más complejo, como para darle validez a esta propaganda vacía, pero llena de insensateces.