No creáis a todos los espíritus
Artículo redactado por Juan Miguel Fernández
Hemos hablado en diversas ocasiones de la influencia de los Espíritus en nuestras vidas y en nuestras decisiones. El tema es tan amplio y puede adquirir una dimensión tan grande que en un pequeño artículo no se puede abarcar todos los conceptos a los que estarían sometidos.
La actuación de los Espíritus es determinante también sobre los médiums, y hoy es el momento de tratar sobre ello. Recordando una vez más que todos somos médiums, que tenemos esta facultad, unos más que otros, y que se desarrolla de forma más activa en determinadas personas.
Sabemos que el médium es un instrumento colaborador del Plano Espiritual y que entre sus funciones se encuentran fundamentalmente demostrar la inmortalidad del alma y que la vida continúa. A través de ellos los Espíritus se manifiestan transmitiéndonos mensajes para nuestro progreso moral e intelectual. Colaborando también los médiums de manera importante y decisiva a la hora de esclarecer a aquellos hermanos desencarnados que se encuentran confundidos en el Mundo Invisible en lamentables situaciones de turbación.
Su papel para el “Plano Espiritual” es por lo tanto importantísimo ya que le considera un trabajador.
El médium es un ser sensible, impresionable; tiene la necesidad de sentirse envuelto por una atmósfera de paz, de calma, de benevolencia que tan solo puede crear la presencia de buenos espíritus. La acción fluídica muy prolongada de espíritus inferiores le puede ser funesta, quebrantando su salud y provocando los fenómenos de obsesión. Estos casos son bastantes numerosos. Será bueno repetirlo; la ley de la relación, de la afinidad, es la que todo lo regula en el “Mundo Espiritual”, puesto que nuestros pensamientos y nuestros fluidos son como imanes muy poderosos. Lo mismo para el bien que para el mal. En suma los espíritus inferiores no tienen ni pueden tener en nosotros más influencia que la que nosotros les queramos consentir.
Recordemos aquí y ahora el peligro de aquellos médiums que realizan “trabajos” fuera de los Centros Espíritas, donde el ambiente y la protección espiritual no son los adecuados para estas prácticas. Muchos de los desequilibrios que padecen algunos médiums, vienen dados por realizar este tipo de “trabajos” fuera de este entorno, ya que son puertas abiertas para los espíritus obsesores. Conocemos que ser médium no significa que estemos vinculados a los buenos espíritus. Es por ello que en el Capítulo XXI del “Evangelio según el Espiritismo” nos habla de ello.
Cierto día nos comentó nuestro amigo José Medrado, el médium psico-pictórico brasileño, un hecho acontecido en una ciudad de Brasil hace algunos años: “Jesús se manifestaba semanalmente en un Centro Espírita, al que transmitía sus mensajes.
El acontecimiento llegó a conocimiento de la Federación Espírita Brasileña que analizó los mensajes recibidos no encontrando en ellos el contenido que se esperaba de Él. Pero asistían tantas personas al Centro…, que decidieron realizar una visita al lugar. Después del mensaje recibido, tuvieron la oportunidad de consultar al Espíritu: ¿Eres el hijo de Dios? ¿Eres Jesús? ¿Eres el salvador? A todas ellas el espíritu contestó afirmativamente. Hasta que la pregunta fue ¿Eres Jesús el Cristo? “Yo no he dicho nunca que fuese Jesucristo, estoy muy alejado de Él”, contestó el espíritu.
Todos se sentían muy felices por este acontecimiento que sucedía semana a semana; el médium, los dirigentes del Centro Espírita, los compañeros, es decir todos, ya que estaban predispuestos para “ver” o “escuchar” aquello que deseaban”.
La influencia de los espíritus encarnados que conviven junto a nosotros, nos hacen a veces tomar decisiones equivocadas.
El problema de la identidad de los Espíritus es uno de los más controvertidos…y es que en efecto, ellos no nos presentan un documento acreditativo, y sabemos con qué facilidad algunos de toman nombres que nunca les han pertenecido.
Los Items. 262 y 268 del Capítulo XXIV del “Libro de los médiums”, esclarecen acerca de cómo distinguir los buenos espíritus de los inferiores y sobre la naturaleza e identidad de los Espíritus.