Miguel Vives (1842 – 1906)
Artículo redactado por Juan Miguel Fernández
Tarrasa acoge hoy a más de 220.000 habitantes. Cualquiera de las personas que transita por sus calles, habrá paseado seguramente por una de ellas dedicada al nombre de Miguel Vives y quizá se haya planteado alguna vez ¿por qué figura allí y que merecimientos ostenta para que la ciudad le haya dedicado una calle a él? Tenemos que retrasarnos en el tiempo para justificar tal situación.
Cuando tenemos la oportunidad de observar y analizar a los trabajadores espíritas españoles de mitad del siglo XIX y principios del XX, que fueron los propulsores del Espiritismo, destaca la personalidad de Miguel Vives que ofreció más de treinta y cinco años de su vida a ello, destacando por su proyección y sus dotes mediúmnicas, así como por el respeto que se franqueó con su comportamiento moral. A él le dedicamos este recuerdo para que nosotros sepamos también cuanto han trabajado nuestros predecesores en su tiempo para divulgar la Doctrina de los Espíritus.
Miguel Vives nació en Barcelona en el año 1842. Desde su más tierna infancia su vida estuvo macada siempre por el dolor y el sufrimiento, ya que sus padres fallecieron siendo él niño y quedó huérfano a la edad de 11 años. Su hermano mayor Augusto adquiere su custodia y lo lleva a vivir a Sabadell. Los años siguientes fueron de gran influencia para él, ya que recordaba muy constantemente la presencia de su padre, situación que no sucedía con su madre ya que al desencarnar ella, él apenas tenía uso de razón.
Pasan los años y encuentra la felicidad momentáneamente, al conocer a una joven que con el tiempo sería su primera esposa. Fueron épocas de tal dicha que le hacen olvidar los años pasados y decide casarse a la edad de 24 años. No obstante la tragedia se manifiesta nuevamente al fallecer su esposa, en la luna de miel, de forma inesperada. Lo que le conduce a una profunda depresión con una influencia tal que llega a causarle una enfermedad, llegando a estar sin salir de casa durante cinco años y perdiendo el contacto con sus amigos, siendo atendido en ese tiempo exclusivamente por sus suegros, cuñados y hermano, que evitan así que fuese internado en un hospital. Dedicándose a estudiar medicina que le sirvió posteriormente para ayudar a aquellos que acudían a él para sentir la curación a sus males físicos.
En el año 1871 sus cuñados se trasladan a vivir a Tarrasa y deciden, con el fin de mejorar su estado físico, llevarle con ellos para intentar restablecer su salud. Miguel cuenta ya con 29 años de edad.
Después de seis meses de permanencia en Tarrasa vuelve Miguel a Sabadell y su hermano le habla del Espiritismo que le parece muy extraño según sus palabras. Pero como le habla con la seriedad y rectitud que su hermano ha mantenido a lo largo de su vida, comprende que había algo de verdadero en ello y recibe con sumo interés las obras de Allan Kardec para su estudio.
“Leer las primeras páginas y comprender que aquello era grande, sublime, inmenso fue cuestión de un momento. ¡Dios mío! – exclamó Miguel -.
Comenzó a estudiar, y su lectura le sirvió para despertar y comprender el sentido de su vida. Y ese consuelo fue lo que le impulso siempre a consolar a los demás divulgando el Espiritismo, haciéndoles comprender la necesidad de la transformación íntima.
Inicia las reuniones privadas de mediumnidad en casa de amigos y más tarde, con algunos hermanos funda el Centro Espírita de Tarrasa “Fraternidad Humana”, en el año 1871, del que fue presidente durante treinta años, que actualmente se encuentra ubicado en el mismo domicilio y siguen con su trabajo espiritual organizando periódicamente encuentros y reuniones.
A partir de esa época a Miguel se le desarrollan sus facultades como médium de incorporación, semiconsciente, que fueron poco a poco ampliándose, llegando hasta el punto de aplicar los métodos y tratados del médico alemán Samuel Hahnemann, que él había estudiado, mediante el cual realiza curas asombrosas, ayudando así a multitud de personas necesitadas.
Su vida de abnegación estuvo dedicada a la divulgación del Evangelio vertiendo sus palabras a través de las exposiciones directas y escritas. Como comentamos antes, sus buenas obras fue la fuerza que le sustentó en todo aquello que vivió espiritualmente. Fue el ejemplo al aplicar prácticamente lo que la Doctrina de los Espíritus nos alienta para su ejecución.
Su trabajo en favor de los necesitados de cuerpo y alma, ayudando a aquellos que se encuentran confundidos, turbados, y enfermos muy cercanos a fallecer, destaca por su comportamiento con la población, que valora lo que él defiende, que habla del amor y de la práctica de la caridad. Su abnegación sirvió para captar a los que se encontraban en el dolor y el sufrimiento sin encontrar solución a sus vidas. Miguel Vives les llevó, con su actuación, la esperanza del futuro espiritual que tanto difundía entre los que le escuchaban como meta de sus vidas.
La influencia del Espiritismo en esos momentos en España era tan importante, que llevó a Miguel Vives, junto con un grupo de espiritistas, a proponer al Parlamento Español en 1873 que se incorporase la enseñanza de la Doctrina Espírita en las escuelas de nuestro País.
En ese tiempo Miguel había conocido en su entorno a su segunda esposa, espiritista como él, con la que se había casado, teniendo dos hijos. Sin embargo su vida en 1882, vuelve a ser víctima de la fatalidad al fallecer su hijo de nueve años de manera trágica, afectándole profundamente, aunque su aceptación está más en consonancia con su conocimiento espiritual, porque sabe que en un futuro volverán a reencontrarse.
Inmerso en el estudio sigue trabajando y funda en 1882 la Federación Espírita del Vallés, que posteriormente se convierte en la Federación Espírita de Cataluña.
Sus letras escritas sobre cuestiones que la vida le enfrentó y sobre los problemas que él vivió, fueron publicadas en la Revista “Unión” que fundó. Incorporándose más tarde a “La Luz del Porvenir” de Amalia Domingo Soler, donde siguió argumentando sus conocimientos a favor de la reencarnación, junto con la ley de causa y efecto.
El “Centro Barcelonés de Estudios Psicológicos” tuvo el honor de contar con su presencia como Presidente.
Entre los días 8 y 13 de septiembre de 1888 participa activamente en Barcelona en el I Congreso Internacional Espiritista, y acude en 1889 al Segundo Congreso Espiritista y Espiritualista que se celebra en París.
Se traslada Miguel Vives a vivir a Barcelona en el año 1891 esperando recobrarse de su delicada salud, cuestión que no sucedió, ya que en los últimos años su calidad de vida fue empeorando.
“No soy escritor, pero si soy médium…” Este es el comienzo de su “Guía Práctica del Espiritista” que más tarde se convertiría en “El Tesoro de los Espíritas”, donde encontramos las profundas orientaciones para consolidar nuestro compromiso y que fue publicado en el año 1903.
El 28 de enero de 1906, es un día especial en la provincia de Barcelona, fallece en Tarrasa el hombre que ha llevado calma y consuelo a los corazones de los catalanes, Miguel Vives. Y la población, a pesar de que él no era político, quiere acompañar su féretro en ese día, llenando las calles. Los comercios y las fábricas paralizan durante unas horas sus actividades permitiendo que sus trabajadores rindan un homenaje a este hombre, espiritista, que había luchado denodadamente para iluminar sus vidas con la esperanza. Las noticias periodísticas de aquella época resaltó la masiva asistencia de personas que desfilaron delante del ataúd para despedirse de él.
Reciba desde estas páginas la gratitud de todos aquellos que nos sentimos espiritistas para que su ejemplo nos sirva como acicate a nuestras vidas.