El pescador
Artículo redactado por Juan Miguel Fernández Muñoz
Cierto día, muy de mañana, se encontraba un aficionado a la pesca en el malecón de un puerto de la costa mediterránea pescando. De manera continuada soltaba la caña en la orilla del mar el hilo con el cebo y la retiraba con la presa que acababa de captar llenando la cesta de piezas. Y así repetidas veces.
Observado por un paseante mañanero, este se acercó y saludó al pescador:
“Buenos días, parece que tiene usted un gran imán en su caña, ya que sus capturas son muy numerosas”.
El pescador le devolvió el saludo y continuó pescando concentrado en su ocupación.
Pasados unos momentos, de nuevo, el paseante volvió a interrumpir al pescador:
“Usted me permite que le haga un comentario”.
El pescador, sin dejar de prestar atención a su entretenimiento, le contestó:
“Como no, adelante”.
“Verá, viendo la gran facilidad que usted tiene para la pesca, podría comprarse un pequeño bote para conseguir más piezas, y más adelante, cuando haya ganado con sus ventas lo suficiente, podría adquirir una pequeña flota de barquitas para faenar mar adentro. Si la pesca continúa siendo tan numerosa, podría ampliar a una gran flota de barcos, y así de esta forma, y lógicamente tras algunos años luchando para crear una gran empresa y un nombre dentro del panorama económico, podría retirarse de los negocios y dedicar su tiempo libre a su afición, a la pesca”.
El pescador, después de escucharle atentamente, levantó su vista, miró al paseante y con gran serenidad le dijo:
¿Y qué cree usted que estoy haciendo ahora?
Nos encontramos, tras este relato, con dos comportamientos antagónicos, aquél que se conforma con aquello que tiene y es feliz, y aquel otro, materialista, donde la ambición está presente en su vida.
El primero comprende que podemos disfrutar ya de todo aquello que disponemos y que conseguimos en el día a día. El segundo, influenciado por su ambición, iniciará un largo recorrido de lucha finalizando en el mismo lugar que el primero, que comprendió que el ambicionar no lo es todo en la vida.
Extrapolando y enfocado desde el conocimiento de la Doctrina Espírita, podemos comprender, que el pescador es consciente y sabe actualmente cuál es su futuro espiritual. Aprovechando ya el conocimiento, la pesca, y sin demorarse en el tiempo, encuentra la paz para su corazón desde ya.
El paseante, después del tiempo perdido imantado a las cosas materiales, se dará cuenta al cabo de los años que amasar, ambicionar y atesorar bienes, no nos hará más felices, ya que el espíritu no podrá cargar con todo aquello que materialmente conquistó y que nos aparta del mundo espiritual, de nuestra evolución.
Si nos ha ayudado la Espiritualidad, si nos han permitido conocer, que somos, de dónde venimos y hacía donde vamos, no nos demoremos en buscar alejados del Espiritismo, aquellas respuestas que ya conocemos y aprovechemos esta oportunidad, la pesca de hoy, que es la más importante.