El futuro del hombre
Artículo redactado por Juan Miguel Fernández Muñoz
Por más que la mente humana indague con respecto a la vida, en la actual coyuntura del conocimiento intelectual, a pesar de ser innegablemente vasto, se nos torna muy difícil encontrar las respuestas adecuadas que le permitan definir todo su sentido y significado.
Reduciendo la vida al azar absurdo, destituido de cualquier lógica, algunos investigadores la simplificaron, eliminando así las mayores complicaciones en torno a su magnitud.
Otros la establecieron sobre contenidos mitológicos de fácil aceptación gracias a los componentes de lo sobrenatural y maravilloso.
Sin embargo el milagro de la vida es mucho más complejo y por eso mismo, su punto de partida solamente puede ser encontrado en el Creador que la elaboró y la viene conduciendo a través de billones de años, produciendo en su estructura las indispensables adaptaciones, como sus desdoblamientos y variaciones.
En lo que concierne a la vida humana en sí misma, detectamos su génesis en el Psiquismo Divino que lo concibió y lo inspira, proporcionándole la energía de que se nutre, y que la impulsa al crecimiento por medio de las múltiples reencarnaciones del Espíritu inmortal, denominado también principio inteligente del Universo.
Ignorante en cuanto a su destino, el Espíritu despierta a la propia realidad mediante las experiencias intelectuales y vivencias morales que lo capacitan para la conquista de la plenitud.
Lo mismo que la humilde semilla, que jamás podrá contemplar la dorada espiga, por causa de la muerte que proporciona el surgimiento del grano, el Espíritu, no percibe el ángel que se encuentra dentro de sí y que un día surcará los infinitos ríos de la inmortalidad.
Sin embargo, cuanto más se amplían sus facultades y su discernimiento, ese proceso de evolución está marcado por desafíos, cada vez más importantes y significativos.
El despertar de los valores internos es, en cierta manera, desgarrador en todas las especie.
Así como la vida vegetal rompe la cáscara protectora de la semilla, con el fin de liberarse, el ser humano se ve envuelto por el fuerte caparazón que lo encarcela desde el principio y cuya prisión le deja marcas profundas que en el futuro deben ser eliminadas, en razón directa en que se desarrolla y que pasa a aspirar los espacios más amplios y de más glorioso destino.
Por tanto, la lucha se le hace más intensa, sin cuartel, aumentando en la medida su capacidad de resistencia y de esclarecimiento que le posibilitan las conquistas.
Vivir es un desafío sublime y realizarlo con sabiduría es una bienaventuranza que se encuentra a disposición de todo aquel que decididamente se propone avanzar, auto superarse y alcanzar la comunión con Dios.
Ruda es la tarea. Escarpadas las pendientes que hay que trepar. La espantosa espiral que hay que recorrer vemos que se desarrolla sin final aparente. Pero nuestras fuerzas no tienen límite, puesto que podemos renovarlas sin cesar por la voluntad y la comunión universal.
Y además, recordemos, que no somos los únicos que efectuamos este gran viaje. No solamente alcanzaremos, tarde o temprano, a los seres amados, a los compañeros de vidas pasadas, a aquellos que compartieron nuestras alegrías y nuestras penas, sino también a otros grandes Seres que fueron hombres o mujeres en la Tierra y que ahora son Espíritus Superiores que nos acompañan en los pasos difíciles.
Sabemos que aquellos que nos han adelantado en la vida celeste no se desinteresan de nosotros, y cuando la tempestad se manifiesta en nuestro camino, sus caritativas manos sostienen nuestra marcha.
Lenta y dolorosamente nos preparamos para responsabilidades cada vez más grandes. Y cuanto más participamos en la ejecución de un plan a medida, nuestra ascensión se acentúa, y más grandes serán las revelaciones que recibiremos.
El Universo fluídico se torna cada vez más amplio y se transforma en una fuente inagotable de goces espirituales.
Más tarde vendrá la hora en que después de sus peregrinaciones a través de los diferentes mundos, el alma contemplará desde las regiones superiores la larga comitiva de los sufrimientos pasados y comprenderá al fin, que estos sufrimientos han sido el precio de la felicidad, y que aquellas pruebas superadas no han causado más que su bien.
¿Llegará al alma el término de su viaje? Avanzando en el camino trazado, el alma verá abrirse siempre nuevos campos de estudio y descubrimiento. Llegará a penetrar en la armonía de las cosas y comprender que no existe en el Universo ninguna discordia, ninguna contradicción, ya que por todas partes reinan la sabiduría, el orden, la previsión, disfrutando así de un modo más intenso la felicidad de una vida bienaventurada.
Después, un día, ablandada por las tempestades y huracanes de la adversidad, madurada por los rayos del sol divino, saldrá de la sombra de los tiempos, de la oscuridad de las innumerables vidas, y sus facultades así como su inteligencia, se revelarán como un reflejo del genio divino.
Nadie se encontraría reencarnado en la Tierra, si la existencia física no tuviese una finalidad superior.
El Ser es el producto de un largo proceso de desarrollo de los infinitos valores que duermen latentes en el, aguardando los medios propiciatorios para su manifestación.
Etapa a etapa, paso a paso, son realizados los progresos que se fijan mediante los hábitos que se incorporan a la individualidad, siendo el resultado de la suma de vivencias de las más variadas reencarnaciones.
En una de ellas nos encontramos ahora todos nosotros. No dejemos escapar esta oportunidad, este singular momento que se nos ha ofrecido para mejorarnos y progresar espiritualmente, y consigamos con nuestro esfuerzo aprobar el curso de esta difícil asignatura. Pero al tiempo “maravillosa experiencia”.