Biografía de Ernesto Bozzano
Artículo redactado por Juan Miguel Fernández Muñoz
El 24 de junio de 1943 fue para la ciudad de Génova (Italia), un día eminentemente triste. Uno de sus más celebres investigadores psíquicos partía para el otro lado de la vida a los 81 años de edad, después de haber dejado escrito para la historia más de sesenta obras y cientos de artículos basados en sus investigaciones.
Ernesto Bozzano había nacido en la misma ciudad que le vio morir, el 9 de enero de 1862. Su familia económicamente acomodada lo recibió junto con otros cuatro hermanos más, observando cómo se destacaba en él un amor apasionante por el aprendizaje. Tal era así que a los cuatro años sujetando con sus pequeñas manos un voluminoso y misterioso tomo sobre la literatura genovesa, insistía a su madre para que le enseñara a leerlo.
Pasa el tiempo y Bozzano es alentado a estudiar en una escuela técnica, pero a los catorce años, tras muchas lágrimas, es obligado por su padre a abandonarla. Esto fortaleció su personalidad, ya que a partir de entonces su meta fue adquirir como ley una gran cultura, despertando muchísimo interés por los grandes clásicos italianos.
La literatura fue su primera vocación, y tras convertirse en un autodidacta es capaz de leer en inglés las obras de los poetas Thomas Moore, Percy Bysshe Shelley, Jhon Milton y William Shakespeare.
Con quince años se encuentra interesado por las diferentes áreas del conocimiento; la paleontología, la astronomía, las ciencias naturales, la psicología y la filosofía científica. Además, desde su juventud, ya sentía una inusitada atracción por los problemas de la personalidad humana, principalmente los que conducían a las causas de los sufrimientos, la finalidad y la razón de la vida humana.
Viene la década filosófica entre 1882 y 1892 donde intenta penetrar en el pensamiento de los grandes filósofos, desde Platón, Descartes, Georg Wilhelm Friedrich, Lotze Rosmini y Vincenzo Gioberti, que tras largos y laboriosos años de investigación, en este campo de la filosofía, no llena sus esperados anhelos.
Sin embargo tras estudiar el sistema del gran filósofo ingles Herbert Spencer, le despierta y durante dos años se dedica a anotar y clasificar sus conceptos por el gran contenido filosófico que descubre en él, siendo su ídolo y dejando una influencia muy marcada en Bozzano.
“A partir de aquí se convirtió, según sus palabras, en un positivista-materialista convencido hasta tal punto de que le parecía increíble que había muchas gentes de la cultura intelectual, que podrían creer en la existencia o la supervivencia del espíritu. Mi pensamiento era tal que escribí artículos en apoyo a mis convicciones. El recuerdo de ese curso me hace indulgente y tolerante de una determinada clase de antagonistas que, de buena fe, dicen ser capaces de refutar las conclusiones experimentales rigurosas que han llegado al neo-espiritualismo, y que se oponen a las inducciones y deducciones de Psicología en el que yo creía hace 40 años.
“Es necesario comprender que en la época a la que me refiero, yo no sabía nada de la investigación de la médiumnidad o espiritismo, con la excepción de breves artículos que había leído en los periódicos, sin prestar más atención de los medios que señalé piadosamente sobre la credulidad de los espiritistas.
“Sucedió sin embargo, -continúa contando Bozzano-, que en 1891 el profesor francés Théodule-Armand Ribot, director de la Revue Philosophique, me escribió para comunicarme la publicación de una próxima revista bajo el título Annales des Sciences Psychiques, cuyo director era el Dr. Darieux, predecesor del maestro Charles Richet. Era una revista que se propuso principalmente recoger y examinar algunos casos curiosos de la transmisión del pensamiento a distancia, incluido bajo el nombre de “fenómenos telepáticos”.
“La psicología misteriosa, escondida en esta frase me llamó la curiosidad, al igual que el nombre del profesor Richet fue suficiente para garantizar la seriedad de la empresa. Respondí al profesor Ribot, agradeciéndole la atención y me incluyó entre los suscriptores de la revista. Declaro sinceramente que la lectura de sus primeros números produjo una impresión desastrosa en mi criterio positivista irreconciliable.
“Parecía indignante que algunos representantes de la ciencia oficial querían discutir seriamente la transmisión del pensamiento de un continente a otro, las apariciones de fantasmas telepáticos, como entidades reales y casos actuales inquietantes. El poder inhibidor de preconceptos convertido en mi facultad de tales razonamientos eran totalmente inaccesibles a las nuevas ideas, o más bien a los nuevos actos, porque los hechos realmente decían que eran científicos y rigurosamente documentados, aunque yo no era capaz de asimilarlos.
“Cuando todavía mantenía mi estado mental, apareció en la Revue Philosophique un largo artículo del profesor Rosenbach de San Petersburgo (Rusia) violentamente atacando la “intrusión sacrílega de este nuevo misticismo” en las inmediaciones de la psicología oficial y explicando los nuevos casos de los supuestos de la “alucinación”, las “coincidencias fortuitas” y algunos más que no puedo recordar. Tales refutaciones parecen tan torpes y con tal discapacidad que produce el efecto contrario de lo que el autor pretendía, disgustando mi mente. Me convencí de que el problema era realmente los hechos, así que catalogué, seleccioné, y clasifiqué para realizar el análisis comparativo.
“La excelencia del método de investigación similar fue probado de tal manera que aun lo uso hasta la fecha. Guardo un imperecedero recuerdo de este periodo de investigación ferviente y perseverante, porque a través de ellos me hice capaz de resolver mis nuevas creencias espiritistas sobre una base científica firme. Las obras de Robert Dale Owen, Epes Sargent, de la Sra. Morgan, y del Dr. Wolfe me influenciaron a adoptar mi nuevo punto de vista sobre la fenomenología psíquica y efectos físicos. Las sesiones experimentales con William Stainton Moses fueron las que produjeron el mayor efecto persuasivo sobre mis creencias a causa de la intervención de un espíritu en la fenomenología entre los años 1892 y 1893.
“Así pude experimentar y aprender con el reputado científico sólido, elaborado a partir de los argumentos. Entendiéndose, sin embargo, que había llegado el tiempo en el que se debe confirmar mis conocimientos teóricos y las investigaciones experimentales”, termina Bozzano.
Recordemos que su primera aproximación al estudio del Espiritismo fue la negación del fenómeno. Era un pensador positivista. Sus primeras incursiones en los estudios de los fenómenos espíritas, a través de la obra de Alexander Aksakov en “Animismo y Espiritismo” y “Los fantasmas de la sala de estar” de Gurnes Myers le convirtieron definitivamente en un investigador psíquico.
A partir de 1900 Bozzano comenzó a participar en los experimentos sobre médiums y a escribir artículos sobre sus conclusiones. Nunca se descuidó y fue muy crítico en sus investigaciones, convirtiéndose en uno de los científicos más productivos de los fenómenos psíquicos. Entre sus múltiples obras, que fueron traducidas a numerosos idiomas, se encuentran los informes de las reuniones mantenidas con Eusapia Paladino, una de las médiums de efectos físicos más importantes de esa época.
Su reputación le permitió mantener correspondencia con los principales representantes de la metapsíquica, incluyendo científicos tales como los físicos ingleses William Crookes, y Oliver Lodge, y el fisiólogo francés Charles Richet.
La desencarnación de su madre, en julio de 1912, sirvió de puente para la demostración de la supervivencia del alma. Bozzano realizaba en esa época sesiones semanales con un reducido grupo de amigos y con la participación de una famosa médium. Realizando una sesión en la que se conmemoraba el primer aniversario de la muerte de su progenitora, la médium escribió unas palabras en un trozo de papel, que después de leídas por Bozzano lo dejaron asombrado. Allí estaban escritos los dos últimos versos del epitafio que aquel mismo día él había dejado en el túmulo de su madre.
Fue Presidente Honorario del 5º Congreso Espírita Internacional celebrado en Barcelona en 1934. Por su actuación recibió de los espíritas británicos una medalla de oro que contenía la siguiente frase “Al Gran Maestro del Alma, Ernesto Bozzano, que abrió nuevos horizontes a la humanidad sufriente, de sus amigos y admiradores”.
Ernesto Bozzano aportó una inestimable contribución a la ciencia espírita. Basta decir que sus trabajos son siempre una fuente universal.
La última etapa de su vida fue muy triste debido a problemas económicos y de salud.
Finalizamos con esta frase de su obra “Metapsíquica Humana”
“Afirmar, sin temor a equivocarnos, que fuera de la hipótesis espírita, no hay nadie capaz de explicar los casos análogos a los que acabo de exponer”