¿Quién nos esperará al otro lado de la vida?
Artículo escrito por Juan Miguel Fernández Muñoz
Esta es una pregunta que en muchas ocasiones nos podemos plantear y que para una gran multitud de personas es una gran incógnita, sobre todo cuando se desconocen aquellos conocimientos que a través del estudio de la Doctrina de los Espíritus se pueden adquirir.
Debemos comenzar diciendo que después de la muerte, el espíritu se desprende de su envoltura material de forma gradual, no se escapa como un pájaro que ha sido devuelto a la libertad. Los dos planos, el físico y el fluídico, se tocan confundiéndose. Así de esta forma el Espíritu se desliga poco a poco de sus ataduras, ya que éstas no se quiebran.
Desencarnar es cambiar de plano, como el que se va a vivir a otra ciudad, no ocasionando perturbaciones a aquellos que debido a su conciencia recta, han vivido en la Tierra practicando el bien, en sus diversas formas y dentro de las más variadas creencias. Sin embargo, la muerte no concede estados milagrosos para nuestra conciencia, seguimos conservando las sensaciones, sentimientos, amores, imperfecciones, adicciones, rencores, odios, etc. así como también las virtudes que hayamos podido conquistar en esta experiencia.
Es por ello que si su existencia terrena ha sido de trabajo y de amor, la transición de la tierra a la esfera espiritual será siempre suave y armoniosa.
En esas condiciones, podrá reencontrar de inmediato a aquellos espíritus que han sido objeto de su afecto en el mundo, suponiendo que se hallen en su mismo nivel evolutivo. Es así que podrá sentir y reencontrar de inmediato la compañía de seres a quienes ama y que los han precedido en el Más Allá. A menudo acuden a recibirlo al retornar a la Patria Espiritual y les ayudan a desprenderse de las envolturas de la materia.
Es así como una grata dicha y una alegría permanente se apodera de esos corazones amigos y afectuosos, tras las amarguras de la separación y de la prolongada ausencia, reencontrando también de inmediato a aquellos que conoció en la Tierra y que murieron antes que él. Además vuelve a encontrar a muchos que había perdido de vista durante su última vivencia.
Uno de los encuentros más notables que tendremos será con nuestro Guía Espiritual, que como bien sabemos es de un orden más elevado, que está con nosotros desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte, y que con frecuencia nos sigue después de ella en la vida espiritual, e incluso durante muchas existencias corporales, porque tales existencias no son sino fases muy cortas con relación a la vida del Espíritu. Él admitió el compromiso en el Mundo Mayor, al igual que nuestros padres, de protegernos y ampararnos, guiarnos por el camino del bien, a través de la intuición y de la inspiración, que a lo largo de nuestra experiencia ha ido labrando en nosotros, en nuestro íntimo. Si hemos avanzado, si hemos progresado espiritualmente, él felizmente habrá avanzado también.
Sin embargo, en cambio, aquellos otros que se desprenden de la Tierra saturados de obsesiones por los bienes efímeros del mundo y ensombrecidos por rebeldías incomprensibles, no encuentran tan pronto a los Seres queridos que desencarnaron antes. Sus percepciones, limitadas a la oscura atmósfera de sus pensamientos y sus valores negativos, los imposibilitan para disfrutar de la dulce felicidad del reencuentro.
En las esferas más cercanas al planeta los espíritus desencarnados conservan las características que les eran más agradables en las actividades de la existencia material, tomando en cuenta que algunas, que deambulan por el mundo con una vestidura orgánica impuesta por las circunstancias de la tarea que han de realizar junto a los encarnados, retoman sus condiciones anteriores a la reencarnación, aunque enriquecidas, si han sabido cumplir bien sus deberes en el plano de los dolores y dificultades materiales.
Por eso observamos muchas veces a Espíritus sufrientes y perturbados que dan la impresión de ser criaturas abandonadas y olvidadas, pero en realidad son los autores de su desamparo, debido a su persistencia en el mal, en la intención criminal o en la desobediencia a las Leyes Divinas.
En los primeros tiempos de su vida espiritual el alma desencarnada busca naturalmente las actividades que le eran predilectas en los círculos de la vida material, obedeciendo a los lazos de la afinidad, tal como acontece en las asociaciones de la Tierra. Los Espíritus se reúnen en grupos en función de su sintonía y de su estado evolutivo, preparándose para una nueva etapa, una próxima experiencia terrenal, dejándose orientar convenientemente por los Hermanos superiores designados para este tipo de tarea, donde se proyectan aquellas acciones y pruebas que nos son necesarias para nuestro mejoramiento. El Planeamiento de Reencarnaciones, está relacionado directamente con las actividades de Esclarecimiento.
Naturalmente se tiene en cuenta al grupo compuesto por la familia espiritual, ya que volveremos a reunirnos de nuevo, aunque cambiando lógicamente nuestros papeles dentro de la programación, puesto que los legisladores influirán en su futuro implicándose en las tareas que favorecerán el desarrollo intelectual y moral, ya que están perfectamente capacitados para ayudar y aconsejar a Espíritus inferiores a ellos, influyendo en las condiciones de actuación de las generaciones presentes y venideras.