¿Por qué sufrimos?
El eterno y automático devenir del ser humano nos marca la manera de
vivir la existencia de cada uno de nosotros, por eso los Espíritus nos
dicen que somos los ”arquitectos” de nuestras vidas, la proyección de
nuestros actos anteriores y actúales .
Por ejemplo, si nos remontamos en la historia a tiempos pasados, quizá
no muy lejanos, basándonos en los grandes maestros que destacaron en la
literatura, en la pintura, en el grabado, inclusive en la poesía, vemos
que todo aquello que ha sido reflejado podía ser un vehículo para
censurar los errores y los vicios humanos.
Es muy cierto que la pregunta que encabeza este articulo se formula de manera muy continuada por todos aquellos que estamos en la escuela de la vida, buscando una contestación que nos pueda aclarar este estado de dolor.
Ahora bien, si nos analizamos íntimamente con honestidad, lo cual es bastante complicado, ya que no vemos nuestras imperfecciones y sí la de los demás, podremos observar que muchos de los sufrimientos han sido generados por nuestro equivocado comportamiento.
Recordemos una vez más que hoy somos el reflejo del ayer y que estamos construyendo el mañana con nuestra manera de actuar y desarrollar esta vida que se nos ha ofrecido por necesidades evolutivas.
Cuando hablamos del tema de la evolución y de la experiencia en la que actualmente estamos, quienes conocemos las Leyes Divinas, en especial la “Ley de Causa y efecto”, comprendemos que a pesar de llevar una vida tranquila sin grandes alteraciones en nuestros comportamientos, deben existir motivos suficientes para que padezcamos alguna situación complicada que procuramos sobrellevar de la mejor manera posible gracias al conocimient0 consolador de la Doctrina Espírita. Pero aquellos otros que no han despertado aún a la vida espiritual, desconociendo estas rigurosas leyes, olvidándose lógicamente de todos sus principios religiosos, sean los que sean, despotrican de manera permanente de su estado y sobre todo, según su criterio, de Ia injusticia que la vida les hace padecer.
Observando nuestro entorno y las vivencias tan dispares, es muy difícil comprender alejados de este saber espírita, la naturaleza del dolor. Pero éste a veces es necesario porque nos hace pensar y despertar acicateados, buscando una respuesta a nuestro vivir.
Ahora bien, sí podemos interferir en esta nueva experiencia, sobre todo sabiendo la oportunidad que tenemos de corregir nuestras equivocaciones, aportando las vivencias positivas que nos faltó anteriormente; perseverancia, trabajo, dedicación, tolerancia, comprensión, responsabilidad y en especial el cuidado de nuestro vehículo orgánico al que posiblemente maltratamos entonces y ahora.
La llamada no es nueva. Siempre que intentamos transmitir el mensaje espírita lo hacemos bajo el prisma del saber, de aquello que hemos recibido. Bien es cierto que muchos lo conocemos y lo construimos a través de la teoría, siempre edificante, pero recordando que la palabra conmueve y el ejemplo a través de Ia actividad práctica arrastra. Por lo que aquella es baldía y sin sentido alguno si no se pone en marcha, y porque sabemos que nuestro vivir nos va a situar en un futuro, más o menos próximo, por vibración, en el plano ajustado a la propia evolución espiritual.
No está demás recordar las palabras del Espíritu de Juana de Angelis, que a través de la psicografía del médium brasileño Divaldo Pereira franco, nos dice que no hemos nacido para sufrir, sino para ser felices, pero que dependerá naturalmente de nosotros la felicidad de nuestras vidas.
Juan Miguel Fernández Muñoz