Amélie Gabrielle Boudet
A pesar de no hablar nunca de su intimidad, Hipólito León Denizard Rivail, Allan Kardec para el Espiritismo, había rendido homenaje a su esposa en la Revista Espírita (1.865), diciendo: “Mi esposa…se adhirió plenamente a mis intentos y me secundó siempre en mi laboriosa tarea, como lo hace todavía, a través de un trabajo frecuente por encima de sus fuerzas, sacrificando, sin pesar, los placeres y las distracciones del mundo, a las cuales su posición de familia acomodada estaba habituada”.
Efectivamente ella, hija única, había nacido en una familia de bien, en la ciudad de Thiais, al sur de la ciudad de París, en 1.795, su padre Julien-Louis Boudet, notario y su madre Julie Loise Seigneat de Lacombe, la acogieron con gran alegría y amor, dándola una educación moral e intelectual, que marcó su vida.
Desde muy temprano demostró gran vivacidad y fuerte interés por los estudios, dándole a sus padres muestras de sus mejores dotes. Después de cursar la enseñanza primaria se estableció con su familia en París, ingresando posteriormente en una escuela donde se diplomó como profesora de 1ª clase. La influencia de encarnaciones pasadas sirvió para que también fuese profesora de Letras y Bellas Artes, así como para desarrollar sus facultades en poesía y diseño.
Culta e inteligente, Amélie G. Boudet realizó tres obras, en 1.825 “Cuentos Primaverales”, 1.826 “Nociones de Diseño”, y 1.828 “Lo Esencial en Bellas Artes”.
El destino, o el determinismo, juega un papel fundamental en la vida de cada uno de nosotros, y viviendo en París, un día, esta mujer gentil y graciosa, de fácil sonrisa, de ojos pardos y serenos, vivaz en los gestos y en la palabra, se encontró con el Profesor Hipólito León Denizard Rivail convirtiéndose en su colaboradora en el Instituto Técnico que él dirigía. Su apoyo constante durante algunos años fue notable y de esa relación surgió la amistad y después el sentimiento del amor que finalizaría en matrimonio el 6 de febrero de 1.832.
Sus vidas, a pesar de existir una diferencia de edad entre ambos, pues Amélie G. Boudet era nueve años mayor que su esposo, transcurrió siempre con gran armonía.
Fue el acicate, estímulo y compañía excepcional en las labores comunes. Acompañaba a su esposo en sus viajes para visitar a los grupos Espíritas que se formaban en las ciudades de Francia y del extranjero. Tanto es así que, León Denís, aún muy joven, guardo en su memoria un cuadro campestre de la visita de Kardec y Gaby (como la llamaba cariñosamente en la intimidad Kardec), en Tours, el cariñoso gesto de él subiendo en una silla para cortar un racimo de uvas y ofrecérselo gentilmente a su esposa.
Tras la desencarnación de Allan Kardec el 31 de marzo de 1.869, su esposa cuenta ya 74 años y a pesar del hecho doloroso, e irreparable pérdida, continuó desempeñando grandes e importantes tareas a favor del Espiritismo, fundando la Sociedad para la Preservación y Continuidad de la Obras de Kardec. Gracias a esto, la Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas y la Revista Espírita continuaron existiendo.
Pocos días después del fatídico desenlace recibía cálidas manifestaciones de apoyo y simpatía de los innumerable espiritistas que a lo largo y ancho del mundo se manifestaban en su favor, para seguir fortaleciendo la obra.
El tiempo y la convivencia con su esposo, por espacio de 40 años, la había reportado una gran preparación, pero sobre todo un gran conocimiento que debía seguir aportando a la Doctrina Espírita. Ella había participado también con admirable resignación de las desilusiones y los infortunios, y estaba preparada para soportar, ahora, cualquier situación por más dura que fuera.
Valerosa mujer, Madame Rivail fue la compañera amorosa, y fiel de su marido, que con sus actos y sus palabras, pues había sido su brazo derecho, siempre ayudó y se enfrentó en todo cuanto él emprendió. Intrigas, traiciones, insultos e ingratitudes cercaron al Codificador del Espiritismo, pero en los momentos de pruebas y dificultades, el siempre encontró, en el tierno afecto de su esposa, amparo y consuelo.
Ante la partida de su querido compañero para la Patria Espiritual, se comportó como una verdadera espírita, llena de fe y de estoicismo como era de esperar.
La historia nos habla del llamado “Proceso de los Espíritus” que se inició el 16 de junio de 1.875 en París contra los espiritistas, y que envolvió a Amélie G. Boudet, al presentar testimonio como testigo de la causa, y que fue promovido contra P. G. Leymarie, acusado de publicar en la Revista Espírita fotografías falsas como si fuesen de Espíritus. El proceso la implicó y se sintió maltratada e ironizada, intimándola el Tribunal, al querer manchar la memoria del Codificador y de la Doctrina Espírita, llegando a llamar el Juez Millet pura magia al Espiritismo.
Amélie G. Boudet falleció dulcemente, con lucidez, con aquella graciosa y amable sonrisa que siempre brillo en sus labios, el 21 de enero de 1.883, a las 5 de la mañana en París, en compañía de un grupo de personas relacionadas con el matrimonio y con el Espiritismo a los 89 años edad. 14 años fueron los que sobre vivió a su esposo. No dejaron hijos ni herederos.
Conforme a su voluntad, el entierro fue simple y espiritualmente realizado, saliendo el féretro de su residencia, para ser enterrada junto al dolmen de su esposo en el cementerio de Peret-Lachaise en París, donde hablaron espíritas, poetas y escritores.
La nota más destacada fue del Sr. Lecoq Cochet, quien leyó una comunicación mediúmnica recibida el día 22 de enero, en la que el iluminado Espíritu de “Antonio de Padua” describía la brillante recepción que la hicieron en el espacio los amigos de la ilustre desaparecida, quienes la recibieron junto con Kardec, mientras una intensa emoción embargaba a todos.
En su improvisación el Sr. P. G. Leymarié reconoció la gran labor de la Sra. Boudet, con su estímulo y colaboración, y recordó la importancia que había tenido con su insistencia y tesón, influyendo en Kardec para la publicación del “Libro de los Espíritus” y la “Revista Espírita”.
A los pocos días de su muerte física, el 26 de enero de 1.883, el médium parisiense Sr. E. Cordurié, recibió espontáneamente un mensaje de ella, seguido de otro de la autoría de su esposo, quedando demostrado una vez más la sobrevivencia del espíritu y la reunión en el espacio de los seres que se han amado en la Tierra.
En el año 1.890, producto del esfuerzo de la Sra. Boudet, Leymarié y otros colaboradores, salió a la luz pública “OBRAS PÓSTUMAS”.
Juan Miguel Fernández Muñoz