Influencia del pensamiento en la fotografía de los espíritus
Hemos hablado en diversas ocasiones de la importancia y de las cualidades del fluido espiritual en nuestras vidas. Cada uno de nosotros tenemos de manera natural, un fluido propio que nos rodea y que nos acompaña en todos nuestros movimientos. Nuestra voluntad puede extender o restringir su acción, y la voluntad es en efecto el principio activo más poderoso por el cual se dirigen sus efluvios a través del espacio. Digamos que este principio está fundado en la potencia magnética. Parece en fin, ser el vehículo de la visión psíquica, y puede decirse también que cada individuo es el centro de una onda fluídica cuya extensión está en razón de la fuerza de la vibración.
La fotografía y la transmisión del pensamiento apenas se han tratado, aunque hayan sido importantes para su estudio, pues nos demuestran la existencia del alma, que controla los elementos fluídicos, permitiendo que se establezcan relaciones entre dos almas. Cuando se evoca el recuerdo de ciertos hechos en la existencia de un Espíritu, la fotografía de estos hechos se presenta ante él. Siendo el fluido el vehículo del pensamiento, éste obra en los fluidos como el sonido en el aire; nos aporta el pensamiento como el aire nos aporta el sonido.
Puede decirse, que hay en los fluidos ondas y rayos sonoros. Cuando el pensamiento crea imágenes fluídicas, se reflejan en la envoltura periespiritual como en un espejo. Así es como los más secretos movimientos del alma se repercuten en la envoltura fluidica, y como un alma puede leer en otra alma como en un libro y ver lo que es perceptible por los ojos del cuerpo.
La teoría de las creaciones fluídicas y, por consiguiente, de la fotografía del pensamiento corresponde al Espiritismo. En otras oportunidades hemos citado las ideoplastías que son creadas por nuestros pensamientos y proyectadas al astral donde permanecen, recordando que no hay ningún pensamiento, sea criminal o sublime, que no deja de tener una acción real sobre el conjunto de los pensamientos humanos y sobre cada uno de ellos.
Las primeras noticias que tenemos de las fotografías espiritistas nos sitúan en 1861 realizadas en Boston por Guillermo H. Mumler. Se comenta que en Inglaterra, con anterioridad, en 1851 se llevaron a efecto otras experiencias por Ricardo Boursnell pero no se han conservado ninguna de ellas. En 1856, Tomás Slater, óptico, residente en Londres, celebró una sesión de espiritismo en unión de Lord Brougham y Roberto Owen, en la cual les fue anunciado por medio de golpes que llegaría un tiempo en que Mr. Slater tomaría fotografías de espíritus. Mr. Owen prometió que si al llegar a esa época él se encontraba en el mundo de los espíritus, aparecería en la placa. Y, en efecto, estando Mr. Slater haciendo experimentos de fotografías espiritistas, obtuvo en una placa el rostro de Mr. Owen juntamente con el de Lord Brougham.
El naturalista inglés, Alfred Russell Wallace en su libro “Milagros del espiritismo moderno” describe así la fotografía: “La primera de las pruebas contenía dos cabezas al lado de un retrato de la hermana de Mr. Slater. Una de las cabezas era inconfundiblemente del fallecido Lord Brougham; la otra, mucho menos clara, fue reconocida por Mr. Slater como de Roberto Owen, con quien tuvo una amistad íntima hasta el momento de su muerte”.
Desde Mumler en 1861 a Guillermo Hope ha habido de veinte a treinta médiums con aptitudes para la fotografía psíquica, y entre todos ellos produjeron millares de resultados sobrenaturales que se conocieron bajo el nombre de “extras”. Entre los más conocidos se encuentran Hubson, Parker, Wyllie, Buguet, Bursnell, Duguid, Hope y la Sra. Deane.
El fotógrafo de espíritus francés, M. Ed. Buguet, estuvo en Londres por Junio de 1874, y en su estudio fotografió a muchas personas conocidas. El director de la revista El Espiritista, Harrison, contaba que Buguet daba a quien se lo pedía una prueba de la autenticidad del fenómeno, que consistía en cortar una esquina de la placa y añadirla a la negativa después del revelado. Parece ser que Buguet durante la exposición de la placa estaba sumido en un trance parcial. Los resultados psíquicos que obtuvo fueron muy artísticos y bastantes más claros que los conseguidos por otros médiums.
No obstante, en abril de 1875, Buguet fue detenido y acusado en Francia de hacer fotografías fraudulentas de espíritus. Para defenderse declaró que todos los resultados los obtenía con trampa, declarando que realizaba un trabajo de superposición que le resultaba fácil. Fue condenado a quinientos francos de multa y a un año y medio de cárcel. Durante el juicio, personas respetables y muy conocidas expresaron su creencia en la verdad de los “extras” obtenidos por el acusado, a pesar de los “fantasmas” fingidos que Buguet dijo haber usado. La verdad de la fotografía de espíritus no depende de lo que aquel médium hiciera o dejara de hacer.
Buguet había hecho fortuna con las fotografías de espíritus. Contactó con Amelia Gabriela Boudet, la viuda de Allan Kardec, aprovechándose de ella, llevando a cabo una serie de experiencias. El 12 de mayo de 1874 había realizado una fotografía en la que aparecía Kardec junto a su esposa diciendo “Gracias mi querida esposa, gracias Leymarie, coraje Buguet”. Posteriormente un señor de Montrevil-Surmer solicitó una fotografía de su hijo fallecido de diez años y medio de edad, y recibió la de una persona de cincuenta años. Tantos errores consecutivos, fue lo que provocó que fuese sometido a juicio, donde Amelia Gabriela Boudet tuvo que presentar testimonio, quedando muy marcada por y como se habían desarrollado los hechos, ya que Leymarie, el responsable de la Revista Espírita después de la muerte de Kardec, fue enviado a la cárcel y el fotógrafo exiliado de Francia.
Más tarde, el 16 de junio de 1875, se inició un proceso judicial contra los espiritistas, por el caso de las fotografías de los espíritus. En él, Amelia Gabriela Boudet tuvo que presentar testimonio como testigo de la causa. La viuda de Kardec fue tratada con todo desprecio sin que la honorabilidad de los años se tuviese en cuenta, ni respetada. Kardec fue acusado de plagio. El juez Millet la interrogó: “¿De dónde sacó el nombre? ¿En qué época? Nosotros conocemos los orígenes de los libros. Él se valió de un libro de brujería de 1822. Su nombre es el de una floresta de Bretaña. Nosotros no consideramos a las personas que copian de otros autores, ya que se burlan del público.” Amelia Gabriela Boudet replicó: “Todos los literatos usan pseudónimos, mi marido nada robó”. Y el juez Millet la contestó: “Fue un recopilador, no un literato, un hombre que hizo magia blanca o negra”. “¡Quédese sentada”. Posteriormente Amelia Gabriela Boudet realizó un escrito al Presidente de la Séptima Cámara Correccional protestando por su trato y el de su marido.
El 21 de enero de 1883, en su domicilio de la Avda. y Villa de Segur, 39 de París, desencarnó a las cinco de la mañana Amelia Gabriela Boudet a los 89 años de edad, sin herederos y sin hijos. La acompañaron un grupo de personalidades relacionadas con el matrimonio y con el Espiritismo. Su matrimonio había durado 37 años, compartiendo sus creencias y participando en sus trabajos. Cuando Kardec murió tenía 74, es decir le sobrevivió 14 años. Fue enterrada junto al dolmen de su esposo en el cementerio de Pére Lachaise de París.
Juan Miguel Fernández Muñoz