La obligada capacitación de los espiritistas
Artículo redactado por Juan Miguel Fernández
En los tiempos actuales, después del llamado Siglo de Oro de las ciencias, Dios nos envió la Ley de Instrucción y los espíritas deben cumplirla para ayudar a la Tierra a ascender en la Escala de los Mundos.
Para todos aquellos que de una forma u otra estamos vinculados a la Doctrina Espírita, es importante recordar el Item. 5 del Capítulo VI de “El Evangelio según el Espiritismo” donde El Espíritu de Verdad nos da las pautas a seguir, transmitiéndonos: “¡Espíritas! Amaos, he aquí la primera enseñanza; Instruíos, he aquí la segunda.”
Al instruirnos nuestra creencia se fortifica y crece en la “Ley eterna del Progreso”. El capacitarnos es “obligatorio”, porque tenemos un compromiso que hemos asumido, un deber que cumplir, ya que hemos sido llamados para ser trabajadores del Padre. Por ello al igual que los cimientos son indispensables en cualquier edificación, es necesaria nuestra formación doctrinaria a través del estudio y la investigación. Debemos alimentar nuestro espíritu con los conocimientos que están ahí y que la Espiritualidad nos ha proporcionado.
Los hebreros estudiaban minuciosamente la Ley Antigua, que está en el Viejo Testamento. Los cristianos estudian la Ley Nueva, que se cita en el Nuevo Testamento. Los espíritas, que son los cristianos renacidos del agua y del espíritu, deben estudiar las obras de Kardec, que forman la Codificación del Espiritismo. La Nueva revelación anunciada por Jesús.
Claro está que el espiritista no precisa ser un sabio. Sería bueno que todos pudiésemos serlo, pero eso es imposible y sería contrario a la propia Ley de Evolución. Cada uno de nosotros tiene ya su rumbo evolutivo a seguir. Pero si no precisa ser sabio, tampoco debe ser ignorante. ¿Cómo el va a mantener su fe y con ella auxiliar a los que sufren la ceguera del ateísmo, del materialismo o de la más simple duda? Con artículos de fe nadie convence a nadie de la verdad espiritual. Estamos en la edad de la razón, en la fase racional de la evolución humana. Tenemos que cimentar nuestra fe en el conocimiento, si queremos que ella sea una luz para todos y no apenas una lamparilla de uso particular.
No podemos cerrarnos en nuestra cómoda ignorancia. Los que quieran permanecer en el Espiritismo deberán instruirse, libertándose de sus falsas ideas, de sus conceptos anticuados, de sus errores. Sin instrucción no podemos cumplir el mandato de amor al prójimo y del amor a Dios. ¿Pues, cómo amar a Dios sin comprenderlo, sin tener idea de su grandeza y naturaleza inteligente? ¿Y cómo amar al prójimo sin ayudarle a comprender, a esclarecerse de las supersticiones, de las mentiras, de los falsos juicios?
Los grandes misioneros que de tiempo en tiempo renacen en la Tierra, con el fin de activar el progreso y la evolución de las criaturas y del mundo, en todas las áreas del conocimiento humano, fueron hombres comunes. Nada había en Sócrates, Pitágoras, Arquímedes, Galileo, Francisco de Asís, Teresa de Ávila, Vicente de Paúl, Newton, Mozart, Darwin, Allan Kardec, que los diferenciase de los demás, sino la responsabilidad y la fidelidad con que desempeñaron sus misiones.
Es evidente que cada cual tiene su propia medida. Unos podrán instruirse más que otros. Unos tendrán mayores posibilidades, otros menos. Pero aprenderán lo suficiente para enseñar a los que saben menos.
Todo espírita puede y debe instruirse. Cada cosa viene a su tiempo, y por tanto, de acuerdo con su época. No es suficiente decirse espírita o cristiano, sino que hay que probarlo en la práctica. Kardec ya lo dijo: “Solo se consideran adeptos los que ponen en práctica sus enseñanzas”.
Ya para concluir y volver al origen del título de este artículo, recordemos la comunicación que el Espíritu de Joana de Angelis a través de la psicografía de Divaldo Pereira Franco en “Invitaciones de la Vida”, en su capítulo “Invitación al estudio” nos recomienda para protegernos de los peligros generados por la gran variedad de ataques psíquicos que recibimos a nuestro alrededor…
“Por lo tanto, más que nunca se presenta la necesidad consciente del estudio espírita como vehículo de liberación de la conciencia y ruta iluminativa en el viaje de la evolución.
El estudio espírita conduce al discípulo al esclarecimiento que es la base segura, condición principal para alcanzar la paz.
La Doctrina Espírita, siendo portadora de las informaciones que ofrecen seguridad y armonía íntima, requiere estudio y reflexión, para asimilarla mejor y más fácilmente vivirla.
Profundizar en su análisis, dedicar algún tiempo del día, o de la semana, al estudio frecuente, a fin de impregnarte de la convicción y renovación indispensables a la preservación con el cual despertarás más allá de la vida orgánica.
Examina el conocimiento general a la luz del Espiritismo y asimilarás mejor las conquistas de los días modernos, despertando definitivamente para la vida mejor, curado de las antiguas heridas impresas en el espíritu y así, ascenderás más allá y por encima de las vicisitudes.
Kardec se hizo profesor para ayudarnos a estudiar y reflejar las sagradas lecciones del deber y de la caridad que son las metas de nuestra real liberación”.