¿Hablamos de la obsesión?
Artículo redactado por Juan Miguel Fernández Muñoz
La obsesión es el resultado de una imperfección moral que atrae a los espíritus inferiores. En cierto modo es un término genérico por el cual se designa esta clase de fenómeno cuyas principales variedades son: Obsesión simple, fascinación y subyugación. Es una enfermedad de difícil erradicación, ya que es la acción persistente que un espíritu ejerce sobre otro individuo mediante la transmisión de cerebro a cerebro, siendo un síndrome alarmante. Presenta caracteres muy diferentes, desde la simple influencia moral, sin signos exteriores, hasta el desequilibrio completo del organismo y de las facultades mentales.
El obsesado, que es un Espíritu enfermo, es importunado, atormentado, perseguido. El verdugo del pasado, a veces, se convierte en víctima del presente.
El obsesor, es un hermano también enfermo y desdichado dominado por una idea fija de vengarse. Se olvida de todos los demás y pasa a vivir en función de quien es blanco de sus planes.
Los Espíritus obsesores obran al principio de manera sutil, interfiriendo gradualmente y progresivamente en la mente del Espíritu encarnado, pudiendo alcanzar situaciones extremas de completo dominio. Es una inspiración que luego se torna intempestiva con el tiempo y su alteración obsesora incide en la mente encarnada. Esa acción puede ser reconocida, al comienzo, como una fuerza psíquica que interfiere en los procesos mentales, una voluntad dominada por otra voluntad o una inquietud creciente sin motivo aparente. Esta interferencia, lo apreciamos en la radio, cuando una emisora clandestina pasa a utilizar una determinada frecuencia, operada por otra, perjudicando su transmisión.
Al considerar que los hombres son los mismos, que cargan con sus vicios y pasiones, sus conquistas y experiencias donde quieran que estén, favorecen la obsesión, siendo las causas para este grave problema, porque constituyen un daño para el cuerpo físico y para la mente, principalmente centrándose en el alcoholismo, vehículo de obsesores crueles, en la sexualidad, obsesiones degradantes, en los estupefacientes que actúan en sus centros nerviosos permitiendo que afloren impresiones del pasado, que mezclados a los frustrantes del presente desequilibra la emotividad ofreciendo un amplio campo a los encarnados con desesperación emocional. Sin olvidarse del tabaquismo que provoca graves enfermedades, como bien sabemos. Así también cómo el móvil de la venganza de un Espíritu, que generalmente se originó en las relaciones que ambos mantuvieron en una existencia anterior. Ellos se encuentran imantados por la Justicia Divina, manteniendo una prolongada conjugación.
El obsesor toma el cuerpo del obsesado que no tiene fuerza moral para resistir. Lo hace por maldad hacia él, a quién tortura y martiriza de todas las formas posibles. A veces sirviéndose de los miembros y órganos del desdichado, blasfemando, injuriando y maltratando a los que le rodean, mostrándose protagonista de actos excéntricos con todos los caracteres de la locura. Los tratamientos médicos en estos casos son impotentes en tanto subsista la causa generadora.
Hemos de recordar también que la glotonería, la ira, los celos, la envidia, la soberbia, la avaricia, el miedo, el egoísmo, son carreteras de acceso para mentes desvinculadas del vehículo somático, que viven en una tormentosa y vigilante búsqueda en el mundo espiritual y que continúan sedientos del placer perdido.
Encontramos en ese binomio las más variadas relaciones y tipos de obsesiones comenzando desde la influencia de encarnado al encarnado: siendo en la familia los padres que reciben en sus brazos a anteriores obsesores. El obsesor de ayer que acoge a su víctima de antaño. El marido posesivo que subyuga a la esposa, y la esposa que tiraniza y limita su libertad al marido, son expresiones de tal tipo de obsesión reciproca. De espíritu a espíritu en la erraticidad: Enemigos en la Tierra. De encarnado a desencarnado y a la inversa: Amor de seres egoístas que se encuentran en el sueño físico. No es raro que el hombre sea el obsesor de sí mismo, convirtiéndose en un enfermo imaginario, con molestias fantasmales, que los médicos no detectan en sus consultas.
¿Cómo actuar ante el obsesado y el obsesor? La Doctrina Espírita nos enseña que a una causa física, se opone una fuerza física, a una causa moral se opone una fuerza moral. Para preservarse de las enfermedades se fortifica el cuerpo, para prevenir la obsesión hay que robustecer el alma; razón por la cual el obsesado necesita trabajar en su propio mejoramiento, lo que puede bastar para liberarse. Aplicar el pase terapeútico es un buen método de auxilio. Ante ellos y en todos los casos debemos practicar fundamentalmente la plegaria. Sería bueno, tener la oportunidad de establecer contacto, en una Casa Espírita, con el obsesor que está dominando mentalmente a la víctima, para actuar sobre el ser inteligente y bajo la influencia moral hacerle comprender el atraso de su comportamiento, haciéndole llegar a un pacto de amor para superar su enfrentamiento. Naturalmente, esta situación nos demoraría en el tiempo, dependiendo de la dureza del Espíritu que está dominando, pero el resultado esclarecedor sería una prueba más de la Misericordia de Dios para con todos nosotros, al permitirnos trabajar hacía el bien.
Excelente artículo,
Creo que la obsesión al igual que la envidia y los celos son sentimientos de muy baja vibración, hay que tratar de elevar nuestra vibración con amor y empatía y tratando de entender cuando sentimos estas energías externas a nosotros, reconocerlas y no abrirles la puerta. Siempre
Vibrar desde el amor