Charcot y sus experiencias
Artículo redactado por Juan Miguel Fernández Muñoz
Jean-Martín Charcot, (1825-1893), considerado el padre de la Psiquiatría, titular de la cátedra de enfermedades del sistema nervioso en París, neurólogo francés, profesor de anatomía patológica, miembro de la Académie de Medecine y de la Académie des Sciencies, fundador de la neurología moderna, fue uno de los más grandes médicos franceses a finales del siglo XIX, célebre por sus estudios sobre la neurosis y por sus memorables clases pronunciadas para los médicos en la Salpétriere de Paris.
En 1882 fue inaugurada la primera cátedra de neurología del mundo, expresamente para él. Creó una escuela de neurología en la Salpétriere, donde pronto comenzó a impartir clase.
Destacamos que Sigmund Freud pasó un periodo de prácticas en la Salpétriere, desde octubre de 1885 hasta febrero de 1.886.
Charcot, a lo largo de sus muchas experiencias, tuvo la oportunidad de presentar a una mujer necia y analfabeta, comprobada por una comisión científica, solicitando a la Asamblea de la más alta cultura médica, que la realizasen una serie de preguntas sobre algún tema determinado, para que la paciente lo contestase. La Asamblea quedó perpleja ante lo que parecía un absurdo y una temeridad. Una de esas preguntas buscaba indagar cuál era la razón de la identidad de los gustos, inclinaciones, aptitudes y tendencias de los tres grandes conquistadores que la humanidad conoció: Alejandro Magno, Julio César y Napoleón Bonaparte. Aquella mujer, harapienta, se levantó de donde estaba sentada. Sus ojos, que se encontraban bajos, brillaron, caminó con pasos firmes hasta el pizarrón, tomó la tiza y escribió: “Napoleón, César y Alejandro, fueron uno solo y único espíritu reencarnado en tres épocas diferentes”. Firmado: “NAP”.
En la reunión siguiente, el plenario entusiasmado decidió evocar al ser que diera esa última respuesta y así lo hizo indagando por qué la firma había quedado incompleta. La respuesta fue: “Estoy reencarnado en la condición de un niño en el planeta Venus y en el momento en que estaba firmando el mensaje, fueron a despertarme para recibir alimentación, por cuya razón asumí, inmediatamente, el comando de mi cuerpo…” Firmado: NAPOLEÓN.
Siguieron otras preguntas de variadas naturaleza en otras sesiones, preguntas que le eran formuladas y respondidas con maestría por la mujer, en lenguas muertas y vivas.
En la última de esas extraordinarias reuniones, Charcot se dirigió al plenario y les dijo: “Ya estoy en el fin de mi vida y aun estoy muy sobrecargado de tareas que no me permiten dedicarme a estudios de tanta importancia…” En esos momentos dirigía junto con el Profesor Charles Bouchard (1837-1915), Catedrático de Patología y Terapeútica General de París, la publicación de un gran tratado de medicina, agregando: “No obstante, os señalo a vosotros, jóvenes, esa maravillosa dirección para vuestras investigaciones sobre tan notable realidad que hace nacer una nueva alborada sobre cada sepulcro y señala a la muerte como la continuidad de la vida…”
Me encantó el artículo.
Nos alegramos de que te gustara.
Un saludo.
Actualmente estoy escribiendo una novela en donde uno de los protagonistas secundarios es el Dr. Jean-Martin Charcot y tomé la declaración hecha por el en aquella ocasión histórica para colocarla como encabezado de uno de mis capítulos. Yo soy medico y mi novela es parte ficción y parte realidad dentro de un estilo llamado «realismo mágico» Gracias por su interesante articulo.